Julio Méndez, el protagonista del El Jardín de al Lado, vive diversos niveles de exilio a lo largo de su historia. Intentaremos dar cuenta de algunos de ellos.
En primer lugar, en un nivel básico (si se quiere), pero fundamental pues funcionará como base al resto de los niveles que reconocemos, se encuentra el exilio político. Él, un escritor chileno, debe abandonar su patria para el golpe de Estado de 1973; Gloria, su esposa, lo ha acompañado en su travesía., se han radicado en España, cerca de Barcelona, en una ciudad en la que después de muchos años (hace 20 que salieron de Chile) aún no se han habituado, siempre queda el sustrato del modo de vida de Chile, recuerdan las relaciones humanas, los amigos, la familia, y extrañan una serie de particularidades del modo de vida que en Sitges no han encontrado. Entonces, en primer lugar, el exilio es físico: lo han expulsado de su país, de su territorio.
En un segundo nivel, y ligado directamente al motivo anterior, el exilio cultural. Desprendido de su cultura latinoamericana, chilena, se enfrenta a un país distinto, a un circuito cultural que no lo reconoce, que no lo “autoriza” como novelista, por lo tanto sufre la indeferencia de la crítica, principalmente de la agente literaria Núria Monclús quien, al parecer, no considera su obra digna de publicación. Recordemos que esta es una de las problemáticas centrales de la novela, la inmensa sensación de fracaso que experimenta el protagonista ante la no valoración de su trabajo, sensación que se proyecta incluso a su esposa Gloria, quien se muestra hastiada de tanto estancamiento creativo de su marido.
En tercer lugar, también en relación al primer motivo, el haber abandonado el país comprende la separación física de su familia (su madre, sus hermanos) y un quiebre importante de los lazos fraternales que los unían (incluso en determinado momento, posterior a la enfermedad de la madre, es excluido de ciertas decisiones familiares que se toman a la distancia). Julio, por su parte, tampoco es capaz de acercarse para revertir la situación, después de 20 años de residencia en un país extranjero, le comunican la gravedad de su madre en Chile y le piden que regrese a visitarla. Él, en cierto modo, se paraliza, se perturba y no está dispuesto a regresar (su madre muere sin verlo). Este nivel constituiría una tercera variedad de exilio.
En un cuarto nivel, y relacionado directamente con el anterior, el exilio que vive al interior de su núcleo familiar. Su relación de pareja se encuentra desgastada, dañada por años de reproches e incomunicación, ambos encerrados en sus propios miedos y rencores, olvidan vivir el presente y solo sienten nostalgia por aquello perdido (la juventud, la pasión, etc.). Paralelamente, ambos han sido desgarrados por el abandono del hijo (Pato, quien se hace llamar Patrick), quien no comprende que sus padres vivan recordando y añorando el pasado, y el prometido regreso.
Los motivos, anteriormente expuestos, se enmarcan dentro de la temática del exilio y el eterno retorno anhelado, retorno que finalmente no puede ser llevado a cabo pues las huellas dejadas por el tiempo y el dolor, resultan imborrables, incurables.
En primer lugar, en un nivel básico (si se quiere), pero fundamental pues funcionará como base al resto de los niveles que reconocemos, se encuentra el exilio político. Él, un escritor chileno, debe abandonar su patria para el golpe de Estado de 1973; Gloria, su esposa, lo ha acompañado en su travesía., se han radicado en España, cerca de Barcelona, en una ciudad en la que después de muchos años (hace 20 que salieron de Chile) aún no se han habituado, siempre queda el sustrato del modo de vida de Chile, recuerdan las relaciones humanas, los amigos, la familia, y extrañan una serie de particularidades del modo de vida que en Sitges no han encontrado. Entonces, en primer lugar, el exilio es físico: lo han expulsado de su país, de su territorio.
En un segundo nivel, y ligado directamente al motivo anterior, el exilio cultural. Desprendido de su cultura latinoamericana, chilena, se enfrenta a un país distinto, a un circuito cultural que no lo reconoce, que no lo “autoriza” como novelista, por lo tanto sufre la indeferencia de la crítica, principalmente de la agente literaria Núria Monclús quien, al parecer, no considera su obra digna de publicación. Recordemos que esta es una de las problemáticas centrales de la novela, la inmensa sensación de fracaso que experimenta el protagonista ante la no valoración de su trabajo, sensación que se proyecta incluso a su esposa Gloria, quien se muestra hastiada de tanto estancamiento creativo de su marido.
En tercer lugar, también en relación al primer motivo, el haber abandonado el país comprende la separación física de su familia (su madre, sus hermanos) y un quiebre importante de los lazos fraternales que los unían (incluso en determinado momento, posterior a la enfermedad de la madre, es excluido de ciertas decisiones familiares que se toman a la distancia). Julio, por su parte, tampoco es capaz de acercarse para revertir la situación, después de 20 años de residencia en un país extranjero, le comunican la gravedad de su madre en Chile y le piden que regrese a visitarla. Él, en cierto modo, se paraliza, se perturba y no está dispuesto a regresar (su madre muere sin verlo). Este nivel constituiría una tercera variedad de exilio.
En un cuarto nivel, y relacionado directamente con el anterior, el exilio que vive al interior de su núcleo familiar. Su relación de pareja se encuentra desgastada, dañada por años de reproches e incomunicación, ambos encerrados en sus propios miedos y rencores, olvidan vivir el presente y solo sienten nostalgia por aquello perdido (la juventud, la pasión, etc.). Paralelamente, ambos han sido desgarrados por el abandono del hijo (Pato, quien se hace llamar Patrick), quien no comprende que sus padres vivan recordando y añorando el pasado, y el prometido regreso.
Los motivos, anteriormente expuestos, se enmarcan dentro de la temática del exilio y el eterno retorno anhelado, retorno que finalmente no puede ser llevado a cabo pues las huellas dejadas por el tiempo y el dolor, resultan imborrables, incurables.
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